Revista Veritas Et Scientia - Perú
Vol. 14. N° 1
Enero – Junio de 2025
ISSN Edición Online: 2617-0639
https://doi.org/10.47796/ves.v14i1.1213
ARTÍCULO ORIGINAL
Identidad cultural e individualismo-colectivismo en estudiantes de una universidad del sur del Perú
Cultural Identity and Individualism-Collectivism Among Students at a University in Southern Peru
Henrry Alexis Hualla Ortega[1]
Universidad Privada de Tacna
https://orcid.org/0009-0003-8672-771X
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Glenda Rosario Vilca Coronado[2]
Universidad Privada de Tacna
https://orcid.org/0000-0003-0551-7722
Recibido: 28/05/2025
Aceptado: 19/06/2025
Publicado On-line: 30/06/2025
Resumen
La presente investigación consideró como objetivo analizar la existencia de relación entre la identidad cultural y la orientación individualista-colectivista en una muestra de 277 estudiantes universitarios matriculados en una universidad ubicada en el sur del Perú. Para la designación de los participantes se aplicó un muestreo probabilístico de tipo por conveniencia. El estudio se enmarca dentro del enfoque cuantitativo, con un propósito de tipo básico y un nivel relacional del conocimiento. El diseño metodológico corresponde a un enfoque no experimental, descriptivo-correlacional y de tipo transversal. Para la recolección de información se aplicó la técnica de encuesta, utilizando dos instrumentos: la Escala de Individualismo-Colectivismo desarrollada por Soler y Díaz (2017) y la Prueba de Identidad Cultural elaborada por Vicuña Peri (1987), ambos adaptados al contexto local. Los resultados muestran que un 39.35% de los participantes presenta un nivel bajo de identidad cultural, mientras que el 36.82% refleja un nivel alto de individualismo. Asimismo, se encontró una relación significativa entre las variables estudiadas, con un nivel de confianza del 95% y 5% margen de error.
Palabras Clave: Colectivismo, actitudes, intereses, identidad cultural, valoraciones, percepciones.
Abstract
The objective of this research was to analyze the relationship between cultural identity and individualistic-collectivist orientation in a sample of 277 university students enrolled at a university located in southern Peru. Participant selection was performed using convenience probability sampling. The study follows a quantitative approach, with a basic purpose and a relational level of knowledge. The methodological design is non-experimental, descriptive-correlational, and cross-sectional. Data collection was performed using a survey technique using two instruments: the Individualism-Collectivism Scale developed by Soler and Díaz (2017) and the Cultural Identity Test developed by Vicuña Peri (1987), both adapted to the local context. The results show that 39.35% of participants presented a low level of cultural identity, while 36.82% reflected a high level of individualism. Likewise, a significant relationship was found between the variables studied, with a 95% confidence level and a 5% margin of error.
Keywords: Collectivism, attitudes, interests, cultural identity, evaluations, perceptions.
INTRODUCCIÓN
La globalización ha acelerado la transformación continua de la sociedad, a la que a menudo se denomina desarrollo o evolución. Sin embargo, las personas, las culturas y sus comunidades suelen quedar rezagadas, lo que genera diversos problemas y desafíos relacionados con el proceso de adaptación.
La dicotomía entre individualismo y colectivismo se ha consolidado como un eje central en los estudios de psicología transcultural, siendo uno de los constructos más utilizados cuando se busca comprender o anticipar diferencias entre culturas (Díaz & Díaz, 2017). Esta teoría plantea cómo se configura la interdependencia entre el individuo y el grupo al que pertenece. Según Hui (1998), este concepto hace referencia al grado en que las personas priorizan sus propias creencias, objetivos o emociones, en contraposición a cuando otorgan mayor valor a la solidaridad, el compromiso y las necesidades del grupo al que forman parte.
En Perú parece prevalecer una cultura colectivista, como lo demuestra la gran cantidad de organizaciones, sindicatos, ONG, sociedades y colectivos que se han establecido allí (Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, 2023). En contraste, los resultados, la experiencia y el funcionamiento de estas organizaciones demuestran claramente que la búsqueda de intereses personales por parte de quienes las dirigen o participan regularmente en ellas es problemática.
Pero es interesante observar que el contenido subyacente del mensaje histórico transmite esencialmente una sensación de inferioridad, incluso cuando se promueven los logros y las ventajas de la cultura heredada. La importancia de narrar la historia con precisión se destaca en el extenso trabajo sobre este tema realizado por autores como María Rostworowski (2000). La autora afirma que el peruano ha desarrollado un falso orgullo de ser peruano porque rechaza internamente el falso estereotipo del inca débil e ingenuo ante la conquista española. Concluye entonces que una historia cultural mal compartida influye sobre la identidad y el orgullo real que posea el peruano.
El propósito del proyecto de investigación es fortalecer esta postura desde un punto de vista psicológico al comprender la relación entre el individualismo-colectivismo mostrado por miembros de un mismo grupo cultural y la formación de una identidad cultural débil.
Dado que la identidad y postura de interacción dinámica social que han elegido adoptar, ya sea orientada a una cultura individualista o colectivista, están mucho mejor estructuradas, se piensa que la población joven en las etapas finales de formación es la población más apropiada para iniciar análisis y el estudio.
Abordar esta cuestión es crucial porque, si no se reconoce, se discute y se resuelve, terminaremos perdiendo nuestra identidad cultural, lo que provocará que se estanque su desarrollo. Perder identidad cultural, es perder conciencia, percepción, modo de pensar y actuar de los integrantes acerca del contexto en que se desarrollan, tal como define Molano (2007) al analizar la evolución del concepto de identidad cultural.
Partiendo de la idea de que la cultura moldea al individuo (Triandis, 2000), la existencia del individualismo sin la contraparte del colectivismo implica negar una característica esencial del ser humano: la capacidad de socializar, la cual ha sido fundamental para su evolución y supervivencia.
Partiendo de este supuesto, el objetivo del presente trabajo es determinar el cómo se relacionan la identidad cultural y el individualismo/colectivismo.
Identidad Cultural
El análisis de esta variable implica una amplia gama de concepciones, lo cual se debe a la complejidad inherente de sus dimensiones constitutivas, como lo son la identidad y la cultura, ambas cargadas de significados diversos y múltiples interpretaciones (Geertz, 2002). Por esta razón, se vuelve fundamental establecer un marco claro que delimite conceptualmente el constructo en cuestión.
Los conceptos involucrados abarcan tanto aspectos internos como externos del individuo (Yan, 2018). La identidad cultural se entiende como el resultado de un proceso mediante el cual la persona se forma a sí misma dentro de un contexto social o cultural, construyendo así el sentido de pertenencia a un colectivo. Esta configuración identitaria tiene un fundamento psicológico, sin importar la perspectiva teórica desde la cual se aborde. Dicha construcción se produce a través de la interacción con diversos entornos y grupos sociales, lo que influye directamente en las decisiones, comportamientos, actitudes y el sentimiento de afiliación (Liebkind, 2006). Además, hay posturas que sostienen que la identidad cultural opera tanto en la dimensión individual como en la colectiva (Hsueh-Hua, 2014).
La identidad cultural, según Larraín (2003), es un concepto atemporal que considera el pasado, el presente y el futuro. Si bien comprender la cultura implica observar las formas simbólicas, la identidad cultural refleja cómo estos símbolos se emplean para construir la autoimagen.
Dimensiones de la identidad cultural
La primera dimensión está conformada por las actitudes, definidas por Keerlinger y Lee (2002) como un constructo psicológico que integra emociones y creencias, las cuales predisponen al individuo a responder de manera favorable o desfavorable ante personas, representaciones u objetos.
En segundo lugar, están los valores, los cuales están vinculados al proceso de socialización mediante la interacción práctica con diversos objetos, lo que provoca en el individuo la formación de emociones y juicios (Fabelo, 1989).
En tercer lugar, las percepciones se definen como un proceso positivo y dinámico en el que el perceptor construye un mapa anticipatorio utilizando los pasos del procesamiento de la información y datos pasados. Este mapa le permite rechazar o aceptar un estímulo según si encaja en el esquema previo o en este mapa. Por tanto, se refuerza la postura donde se comprende que la percepción requiere del aprendizaje (Guardiola, 2019).
La cuarta dimensión, según la propuesta de Peri (1987), se relaciona con los intereses personales. En este sentido, Esquivel (2019) los define como una tendencia o predisposición que manifiesta un individuo hacia ciertos aspectos o elementos específicos que captan su atención o motivación.
Factores que influyen en la identidad cultural
Hay numerosos factores involucrados, pero nos centraremos en aquellos que son relevantes para cada persona y que repercuten en el desarrollo de la identidad cultural.
Un determinante clave de la identidad cultural es la edad. Por lo tanto, el grado de identidad cultural de una persona aumenta con la edad. (Phinney y Ong, 2007).
La diferencia cultural es, sin duda, uno de los factores más significativos, ya que cuanto más divergen dos culturas, más compleja será la dinámica de adaptación cultural para cada individuo, lo que también repercutirá en su propia identidad cultural. Chen y Starosta (2000) afirman que el idioma es un tema pertinente en el estudio de la identidad cultural, ya que es una de las formas en que las civilizaciones varían entre sí. Sin embargo, el grado de relación entre la identidad cultura y el idioma no se ha estudiado de forma concluyente.
El vínculo social constituye un recurso fundamental que permite a las personas afrontar de mejor manera los procesos de adaptación frente a transformaciones culturales y manejar el estrés que implica interactuar en contextos distintos (Taylor, 2011).
Desde la perspectiva del desarrollo territorial, la identidad cultural —estrechamente ligada al patrimonio y a las manifestaciones culturales— proporciona al colectivo las capacidades y destrezas necesarias para adaptarse, favoreciendo el aprendizaje dentro de lo social y promoviendo tanto transformaciones internas como externas orientadas al desarrollo (Gonzáles & Romero, 2019)
Individualismo Colectivismo
El individualismo-colectivismo suele ser el constructo frecuentemente utilizado para intentar predecir y explicar diferencias culturales (Díaz y Díaz, 2017). Según Reyes y García (2008), el individualismo-colectivismo describe los patrones de comportamiento de un grupo o sociedad.
Según lo revisado por Markus y Kitayama (2003), la forma en que un individuo asigna su energía y recursos para lograr sus objetivos se conoce como el constructo individualismo-colectivismo. Por lo tanto, la forma en que alguien logra su objetivo dependerá de si es colectivista o individualista.
Desarrollo del constructo individualismo-colectivismo
Una teoría que se ha propuesto para explicar las variaciones culturales a nivel mundial es el individualismo-colectivismo. Los estudios sobre este tema comenzaron a principios de la década de 1980, conceptualizando el individualismo y el colectivismo como extremos opuestos dentro de una única dimensión (Triandis, 1989).
Geert Hofstede, reconocido por sus aportes al análisis dimensional de la cultura, inició su trabajo recopilando datos empíricos en más de 40 países. Su investigación tenía como objetivo evidenciar que las personas dentro de una misma cultura tienden a compartir rasgos característicos influenciados por su entorno sociocultural. Estos rasgos permiten distinguir a unos grupos de otros y, a su vez, ejercen una influencia sobre el comportamiento individual, manteniéndose relativamente constantes a lo largo del tiempo (Hofstede, 1980).
Durante la década de 1990, el constructo del individualismo-colectivismo experimentó diversas transformaciones que le otorgaron un carácter más complejo y multifacético. Según Gouveia (1998), el individualismo comenzó a interpretarse como una orientación hacia el logro personal, mientras que el colectivismo se vinculó con el cumplimiento de obligaciones hacia los demás y la cooperación.
En ese mismo periodo, Schwartz (1995) añadió dos características clave: la compatibilidad y la dimensionalidad de sus componentes, argumentando que las personas no necesariamente se identifican exclusivamente con el individualismo o el colectivismo, sino que pueden presentar una mezcla que no se limita a intereses estrictamente personales o grupales.
Triandis y sus colaboradores ampliaron el marco de Hofstede, perfeccionando su comprensión del concepto. Hicieron mayor hincapié en el aspecto psicológico, empleando conceptos como el “yo y la “identidad de grupo” (Triandis et al., 1988).
Con el tiempo, se han identificado distinciones más precisas dentro de las categorías de individualismo y colectivismo. Estas se subdividen en: a) Individualismo vertical, en el cual el individuo busca destacar y ser reconocido por su diferencia dentro de la sociedad; b) Individualismo horizontal, donde la persona valora su singularidad, pero no concede gran importancia al reconocimiento social, partiendo del principio de igualdad de derechos y deberes entre todos; c) Colectivismo vertical, que describe a quienes están dispuestos a anteponer el bienestar del grupo al propio, valorando la obediencia y la conformidad; y d) Colectivismo horizontal, donde la preocupación por el bienestar del grupo prevalece sin que la jerarquía sea un factor determinante, destacando valores como la cooperación, la equidad, la amistad y el afecto (Gouveia et al., 2011).
Características culturales del individualismo-colectivismo
Páez y Zubieta (2004), al examinar los hallazgos del estudio de Hofstede, identificaron múltiples características asociadas a las dimensiones culturales, siendo las creencias y actitudes una de las más destacadas. En contextos individualistas, las relaciones grupales suelen formarse de manera voluntaria y tener un carácter temporal. En contraste, dentro de culturas colectivistas, predomina la creencia de que el conflicto entre grupos es una condición inherente e inevitable en la naturaleza humana (Alcover, 1999).
En cuanto a la familia, el tipo de familia nuclear con pocos hijos define a la familia individualista. Frecuentemente experimentan conexión y afecto entre sus miembros. La familia colectivista, por otro lado, es una especie de familia extendida que se distingue por tener un mayor número de miembros. Es asociada también a una menor frecuencia de divorcios (Furstenberg, 2019).
La identidad y lenguaje son características donde por igual se establecen diferencias notables; en referencia al individualismo, se encuentra que se asociada a lenguajes donde el término “Yo”, es imprescindible para poder exteriorizar pensamientos y emociones (Chiu y Hong, 2014). Además, existen pruebas de que las personas son más conscientes de su propio valor intrínseco y de su bienestar en relación con su entorno. Sin embargo, en el colectivismo, el lenguaje se vincula a patrones de comunicación que priorizan lo colectivo sobre lo individual, evitan la primera persona y muestran una mayor conciencia del entorno en relación con uno mismo.
En el ámbito laboral, se evidencian diferencias significativas en cuanto al nivel de compromiso, motivación e implicación, marcando una distinción entre culturas individualistas y colectivistas. En contextos individualistas, se prioriza el rendimiento personal, destacando la capacidad de generar innovaciones de manera autónoma, sin depender del grupo. Por el contrario, en entornos colectivistas, el trabajo colaborativo adquiere mayor relevancia, y las propuestas innovadoras suelen emerger del esfuerzo conjunto dentro del equipo de trabajo (Oyserman & Kemmelmeier, 2002).
Reflexiones Sobre el Contexto Latinoamericano
El estudio de patrones culturales en sociedades latinas se encuentra muy por detrás de sociedades mejor establecidas y catalogadas como potencias. Observando que estudios sociológicos de amplias poblaciones se remontan a los años 80’s en Estados Unidos, China, Rusia y Japón (Hofstede, 1980), que permitieron establecer mejores estrategias comerciales, educativas y culturales, posicionándolas en el estatus de desarrollo que actualmente se ubican.
Según el territorio geográfico, se visualizan diferencias donde sociedades occidentales son mucho más individualistas, mientras que sociedades orientales se caracterizan por ser más colectivistas, en Latinoamérica la situación es mucho más diversa (Páez y Zubieta, 2004).
En el contexto latino, estos estudios representan materia de novedad e interés, que, al mismo tiempo, aún con el impulso tardío, obtendrán resultados sumamente enriquecedores y complicados de generalizar, debido a la naturaleza multicultural y dispersa propias de estas sociedades.
En los primeros estudios de características culturales globales, se les atribuye genéricamente características colectivistas a comunidades latinas (Triandis et al., 1988). Comprendiendo que el individualismo-colectivismo hace alusión a un patrón cultural que acompaña un proceso del ciclo de evolución natural de las sociedades, es de esperar que actualmente no se trate de una clásica sociedad colectivista.
Sociedades en vías de desarrollo no requieren estabilidad, apego y costumbres, al contrario, dado que, producto del intercambio cultural, las sociedades se inclinarán a ser mucho más individualistas, orientadas a cumplir requerimientos de desarrollo tecnológico, laboral y educativo.
Por tanto, al identificar que existe una complicada adaptación del individuo contemporáneo a los rápidos cambios culturales, además de una crisis de identidad cultural, se debe no solo centrar la visión sobre el estado de la investigación, sino también sobre la condición de la identidad del propio individuo latino. Una identidad cargada de sesgo, pobre, inestable, confusa e inconclusa construida sobre una narrativa histórica elaborada por observadores que manipularon la historia para enaltecer a conquistadores, por sobre la preservación de narrativa objetiva y neutral (Rostworowski, 2000).
METODOLOGÍA
Participantes
La población se conformó de un total de 989 estudiantes universitarios de la zona sur del Perú que estudian ciencias sociales. Se dividen de la siguiente manera: 673 estudiantes estudian psicología, 197 estudian ciencias de la comunicación y 119 estudian educación.
Procedimientos
En coordinación con el Director de Investigación de la Universidad, el primer paso consistió en solicitar los recursos y la autorización necesarios para incluir a más profesores en la muestra del estudio. Se animó a los participantes a responder con la mayor sinceridad posible, mediante una explicación clara de las directrices para el día de solicitud. Cabe destacar que el programa fue virtual. Tras la administración del instrumento, se utilizó el programa SPSS versión 25 para analizar los datos y determinar las correlaciones entre las variables mediante las pruebas estadísticas pertinentes. Para finalizar las conclusiones de en coherencia con cada uno de los objetivos que se establecieron , y recomendaciones que garanticen que el trabajo satisfaga los requisitos necesarios para alcanzar la suficiente consistencia y validez.
Instrumentos
Vicuña creó la Prueba de Identidad Cultural en 1987, la primera herramienta utilizada. Utiliza cuatro escalas (actitudes, evaluaciones, percepciones e intereses) para medir el grado de identificación de una persona. La identidad cultural se puede clasificar como alta, media o baja según la puntuación total de los 48 ítems con posibilidades de respuesta tipo Likert. Cuatro expertos evaluaron 10 criterios de evaluación para validar el contenido de este estudio y otorgaron una alta calificación de aplicabilidad. El índice de consistencia interna alfa de Cronbach, utilizado para el análisis de fiabilidad, mostró un nivel de fiabilidad muy alto para toda la escala, de 0,875. También se analizaron las cuatro dimensiones del instrumento, obteniendo resultados de 0,696 para la dimensión de actitudes, 0,649 para la dimensión de evaluaciones, 0,728 para la dimensión de percepciones y 0,691 para la dimensión de intereses.
El segundo instrumento fue la Escala de Individualismo Colectivismo diseñada por Soler y Díaz en 2017. Los 31 ítems de la prueba se dividen en cuatro categorías: colectivismo horizontal, colectivismo vertical, individualidad horizontal e individualismo vertical. Cada ítem tiene una opción de respuesta en una escala Likert de 1 a 5. De igual manera, cuatro expertos examinaron 10 criterios de evaluación y emitieron una opinión muy favorable sobre su aplicabilidad para validar el contenido. El índice de consistencia interna alfa de Cronbach, utilizado para el análisis de fiabilidad, mostró un nivel de fiabilidad muy bueno para toda la escala, con un valor de .729. Sin embargo, se realizó un análisis para las dos dimensiones del instrumento, cuyos resultados mostraron que la dimensión de individualidad fue de .808 y la de colectivismo de .611.
Resultados
Se demostró una relación entre la identificación cultural y el individualismo-colectivismo entre los estudiantes universitarios encuestados (P = 0,041145; 0,0000029). Además, se observó que el grado predominante de individualismo-colectivismo era alto (P = 2,4349E-34) y el nivel predominante de identidad cultural era bajo (P = 0,004292).
Por último, se demostró que entre estudiantes de una universidad del sur del Perú, existe una fuerte correlación entre la identificación cultural y el individualismo (P = .041) y entre la identidad cultural con el colectivismo (P = .000).
discusiones y conclusiones
Según los hallazgos, existe una necesidad genuina que exige un enfoque más profundo para comprender los problemas relacionados con la creciente falta de afinidad con lo que es representativo y parte de las culturas locales y nacionales.
Con un valor de significancia estadística de p = 0.041145, los resultados respaldan la hipótesis principal al evidenciar una relación entre la identidad cultural y el modelo cultural de individualismo-colectivismo. Este hallazgo se alinea con las sugerencias de Cienfuegos et al. (2016), quienes señalaron la importancia de considerar variables relacionadas con las actitudes y emociones del grupo de referencia al identificar diferencias culturales en torno al individualismo-colectivismo en distintas poblaciones. De manera coherente con esta línea de análisis, los resultados también respaldan las conclusiones de Pérez y Ruiz (2017) en su estudio “Factores Institucionales y Culturales del Emprendimiento Social en el Panorama Global”, en el que se planteó que una orientación cultural individualista puede dificultar el desarrollo y consolidación del emprendimiento social en un país.
Con un valor p de 0.004292, los datos que apoyan la hipótesis específica 1 indican que el nivel de la variable identidad cultural en la población muestral estudiada es mayoritariamente bajo. Estos resultados confirman las hipótesis planteadas en la sección de antecedentes de esta investigación. Asimismo, refuerzan los supuestos presentados previamente, destacándose el estudio de Huertas (2017), quien, mediante un enfoque mixto, encontró que estudiantes de nivel secundario en un colegio privado mostraban identidad cultural en un nivel bajo.
Es importante considerar a observar la distribución de los datos obtenidos a nivel descriptivo en las dimensiones de la variable identidad cultural. Estos revelaron un nivel medio en dimensiones como evaluaciones y actitudes, y un nivel bajo en dimensiones relacionadas con percepciones e intereses. El análisis de las características de cada dimensión revela que las dos primeras se relacionan con reacciones conductuales superficiales que se ocultan fácilmente a la sociedad, mientras que las dimensiones de percepción e interés se vinculan a un ámbito mucho más interno e ideológico que ayuda a diferenciar entre lo que realmente se piensa y lo que se hace y se dice. El descubrimiento de que los sentimientos genuinos de los participantes representan un reconocimiento limitado de la cultura como propia respalda la proposición de la hipótesis 1.
Con un valor P de significancia de 2.4349E-34 y los datos que llevaron a la confirmación de la hipótesis específica 2, está claro que el individualismo fuerte es el patrón cultural dominante del individualismo-colectivismo. Estos hallazgos están en línea con el estudio de Cienfuegos et al. (2016), cuyo propósito fue identificar el nivel de individualismo-colectivismo en dos comunidades del estado de México.
De manera similar, el autor mencionado recomienda en sus recomendaciones de investigación que otros elementos de los grupos de referencia de un individuo se vinculen con la variable individualismo-colectivismo. Por ello, el presente estudio buscó una conexión con la identificación cultural, que es la forma en que una persona se percibe a sí misma como perteneciente a una comunidad. Esta circunstancia nos lleva a desarrollar las hipótesis 3 y 4, que buscan identificar la conexión significativa entre el colectivismo y la individualidad como dimensión. Con un valor p de -0,323 y 0,448, respectivamente, los datos también respaldaron la conclusión de que existía esta relación significativa.
Los resultados descriptivos de la variable individualismo-colectivismo reflejan un predominio alto del individualismo y un nivel generalmente bajo de colectivismo. Para interpretar adecuadamente estas diferencias, es relevante mencionar a Cenek (2020), quien en su investigación sobre la dimensión cultural del individualismo y colectivismo y sus correlatos perceptivos y cognitivos, destacó que no es suficiente basarse únicamente en esta variable para explicar o predecir el comportamiento cultural presente o futuro. Por ello, en la discusión de su investigación, recomendó complementar el análisis con una variable que tenga un enfoque cultural más profundo. En este sentido, el presente estudio cumple con este requisito, al vincular la variable de identidad cultural con el individualismo-colectivismo, constituyéndose así en una contribución significativa.
Finalmente, es fundamental tener presente que la variable individualismo-colectivismo no debe considerarse ni positiva ni negativa, ya que se trata de patrones culturales que forman parte natural del desarrollo y la maduración social. Aprovechar el conocimiento del estadio cultural de la población es una contribución pertinente, ya que establece el énfasis para la creación de programas, estrategias, intervenciones e ideas de desarrollo.
Aceptar que el nivel de identidad cultural es bajo nos ayuda a anticipar las implicancias asociadas y a diseñar estrategias orientadas a una población predominantemente individualista, con el fin de garantizar un desarrollo civilizatorio sostenible. Así, es posible implementar soluciones más equilibradas y respetuosas que la cultura pueda adoptar de manera natural. Mientras mejor comprendamos a los miembros de una cultura, menos conflictivos serán sus procesos de adaptación.
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